La epopeya del 65, por Nicanor González del Solar












El   término epopeya viene del griego: epopoiique en una de sus acepciones quiere decir “ conjunto de hechos gloriosos, dignos de ser contados”. La definición se adecua a lo que nos pasó a los primeros Pumas, los de 1965, cuando fuimos, por primera vez , a Sudáfrica.
Pero, antes de recordar la confusión del  yaguareté  de nuestra Mesopotamia con un puma, prestemos atención a un hecho pocas veces destacado: el Seleccionado argentino de 1965 no sólo se presentó en la República de Sudáfrica sino, también,  en dos naciones más, íntimamente relacionadas con la patria de los Springboks : Rhodesia ( hoy Zimbabwe)  y en  South West Africa ( hoy Namibia).
El primer partido lo jugamos en Salisbury, la capital de Rhodesia ( una acotación: ¿ Sabe por qué se llamaba Rhodesia esa nación?  Porque un millonario inglés, radicado   en África, se hizo millonario con la comercialización  del oro y de los diamantes  y, en 1923, le compró esa tierra africana al Imperio Británico. Se llamaba Cecil Rhodes).
 Ese nuevo  país siguió dependiendo de los ingleses hasta 1965. Sí, el  año  en que nuestro Seleccionado de Rugby debutó en esa mítica gira. Mientras  jugábamos en el estadio nacional, un político – de apellido Smith- iniciaba una revolución que terminó con la independencia y nació- ese mismo año 1965- la República de Rhodesia.
En 1980 se produjo una guerra civil  que culminó con la declaración de la verdadera independencia, con mayoría de negros en el Gobierno. Son los que cambiaron el nombre de Rhodesia a su país y lo bautizaron Zimbabwe. Asimismo, la capital Salisbury ( donde disputamos en primer cotejo en 1965) pasó a denominarse Harare .  En Salisburu-Harare  arrancamos con una derrota (17-12), a pesar de que los argentinos marcamos 4 tries ( recuerden que, entonces, valía 3 puntos): Otaño ( 2), Neri y Loyola.
¿Cuál fue el principal inconveniente del debut? La altura de Salisbury. Todavía me acuerdo del apunamiento ” que sentí y la falta de aire. Pero algunos muchachos , en el segundo tiempo, se acostumbraron y jugaron con empeño y calidad. Uno  de ellos fue  Loyola, que hizo un try después de correr casi toda la cancha, pegado a la línea del touch.
Mencioné otro país que nos recibió en la “epopeyade los primeros Pumas: South West  Africa, hoy la República de Namibia. Jugamos en  su capital Windhoek (no cambió de nombre, después de su Independencia en 1990) y conseguimos una victoria aplastante:  43-5.
South West Africa-Namibia  tuvo, inicialmente, una colonización alemana, que después de la Primera Guerra Mundial fue ocupada por Sudáfrica bajo el mandato de  la Sociedad de Naciones. Pero los  habitantes de esa pequeña nación querían la  independencia y sólo la consiguieron en 1990 , gracias a la intervención de las Naciones Unidas.
¿Por qué quise  dar esta breve clase de historia y geografía? Porque la  epopeya de los primeros Pumas vivió peripecias nunca  imaginadas por ninguno de nosotros.¿  Acaso sabíamos mucho sobre Sudáfrica, sobre  su nefasta política racial, sus contactos con las naciones vecinas?  Por mi parte, muy poco. Había admirado a los Junior Springboks  de 1959 – principalmente a un pilar- Butler- que corría como un wing  a pesar de su enorme físico-  y me parecieron imbatibles.
Enorme fue la sorpresa cuando, en 1964, nos enteramos que la Unión Sudafricana de Rugby invitaba a un Seleccionado Argentino a una gira de dos meses por su país. Y fue allí que la UAR- con valentía y determinación- armó un plan de preparación  para que los primeros Pumas viajaran bien entrenados a esa extraña nación  del continente de Tarzán (aunque la selva del mítico “hombre mono” quedara muy lejos de las tierra áridas –pero rica en oro y diamantes- de los sudafricanos) .
Ya se sabe que hubo dos planteles: uno disputó en San Pablo, Brasil, en Campeonato Sudamericano. Yo fui uno de ellos y escuché al  legendario Danie Craven -presidente del rugby sudafricano- cuando nos dijo en tierra brasileña “ En mi país ustedes ganarán más partidos de los que se imaginan”. Así pasó, un año más tarde.
El otro grupo de jugadores  fue al Norte de la Argentina y compitió en el Campeonato Argentino. Allí  los observaron los Selectores y anotaron nombres que  se juntarían con la mayoría que estábamos en Brasil.
Lo “epopéyicocomenzó en ese fin de año de 1964. Muchos nombres fueron pre seleccionados y nos dijeron: “entrénense solos en los primeros meses del verano y los evaluaremos en febrero.” Desde ese momento comenzó un esfuerzo desconocido para el rugby argentino. Nos entrenábamos todos los días; algunos íbamos al club San Fernando – empujados por el fenomenal Luis “el Pato” García Yañez- y hacíamos gimnasia, corríamos por las barrancas y copiábamos ejercicios de los estoicos remeros.  Va de suyo que, cuando nos tomaron exámenes, éramos una flecha.
Llegó el momento de la selección y, como siempre sucede, algunos fuimos elegidos y otros-con muchos méritos- quedaron fuera de la aventura a Africa del Sur, ya que no podían viajar todos los nominados inicialmente.
La epopeya tuvo un largo viaje- como el de Ulises, luego de la Guerra de Troya- pues salimos de Buenos Aires y  bajamos del avión en  Dakar, en el Norte del continente Negro. Después, como si  tomáramos un colectivo,  otro aéreo nos llevó al Sur, pero antes se detuvo en todos los  pueblos africanos, donde bajaba  y subía gente.  Pero, por fin, tocamos tierra  sudafricana. El sueño ya tomaba forma.
Siguió la conferencia de prensa, la dificultad de decir yaguareté” y el periodista que resolvió  llamar a  nuestro felino “ PUMA ( poema en la lengua sudafricana).  La primera vez que yo vi nuestro nuevo apelativo fue en una revista de granjeros: “ The weekly Farmers”, que encabezó una nota con este título: The Pumas, argentinian Rugby touring Team”.  Y así fue, entonces,  que el nombre se grabó en  ese ignoto seleccionado de un país de América del Sur, llamado La Argentina.
La Unión Sudafricana había sido generosa: nos había incorporado a un entrenador brillante- Izak Van Heerden- que se acopló perfectamente con Alberto Camardón y Angel Guastella, los elegidos por la UAR. Los tres nos enseñaron muchísimo  y nos permitieron crecer y … ganar dentro de la cancha.
Después de dos derrotas llegaron los triunfos. El primero fue en una localidad de nombre muy extraño: POTCHEFSTROOM. Apareció  una forma de jugar, donde prevalecía la picardía, la contundencia en el tackle y el fenomenal estado físico que alcanzamos en la tierra del animalito (  símbolo del equipo nacional: springbok, un  cervatillo muy hermoso) .
La larga gira tuvo su momento culminante el 19 de junio. El día que “daba miedo mirar a la tribuna” ,como escribió el único periodista de la gira: Hugo Mackern, enviado por El Gráfico (algunos años después me tocó a mí  continuar a “Free Lance” en esa revista  y acompañar a Los Pumas  por todo el mundo) .
Contra todos los pronósticos de los locales, los noveles Pumas  superamos 11-6 a los Junior Springboks ( que no eran jóvenes sino que pertenecían a jugadores destacados pero que no habían viajado a Australia con los Springboks).
La epopeya llegó  a su climax: los rugbiers del sur de América habíamos batido a una potencia  rugbística. Desde entonces, como titulé más de una vez, fue un punto de partida. Desde ese año 1965 nuestro rugby creció en magnitud y respeto por todos los que están relacionados con nuestro deporte.
La Unión Argentina de Rugby ya cumple 120 años. Casi la mitad está inmersa de  ese apelativo mágico : Los Pumas. Nosotros fuimos los primeros; pero muchos otros nos siguen desde ese año 1965.
Valga un último párrafo para los compañeros que- como dice Guillermo  “el flaco” Illia- “se fueron de gira”: Bernardo Otaño, Marcelo Pascual, Eduardo Poggi, Eduardo Scharenberg, Rodolfo Schmidt, Luis García Yañez, Walter Aniz, Héctor Goti, Guillermo Mc Cormick, Angel Guastella, Alberto Camardón, Emilio Jutard   “Tito” Izak Van Heerden.
Todos ellos fueron  partícipes cabales de la epopeya de los  primeros Pumas, los de 1965.
Por Nicanor González del Solar (Puma 209)
*Crédito: UAR.

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