Rosario de la Frontera despide a un ícono de los jóvenes: Eduardo Vicedo

El Oso, como lo llamaban sus alumnos, fue para ellos no tan solo un entrenador, sino un padre, un ejemplo de vida. Hoy y siempre sus discípulos lloran su pérdida, no tan solo en la Ciudad Termal sino también en Rosario de Lerma, lugar donde Vicedo vivió casi la mitad de su vida, y allí fundó Vallistos Rugby Club. Así dividió su corazón en dos y siempre retornando a su lugar de origen, donde consolidó y logró el renacimiento del Rosario Rugby Club en la Ciudad Termal, el cual fue fundado hace 16 años. Entrenándolos en días de sol, de lluvia, de frío, nunca se rindió y supo enseñar no tan solo con la palabra, sino con el ejemplo.

Además, Vicedo fue un visionario nato y eligió como directora del club a una mujer, Antonela Martínez, en un deporte mayoritario de hombres, y de esta manera la joven de tan sólo 26 años pasó a convertirse en la primera mujer del norte a cargo de la directiva. La directora, junto a los integrantes del club, en diálogo con El Tribuno quisieron homenajear a su padre adoptivo, porque es así como lo sienten.
A los 46 años de vida, esposo de Myriam, padre de tres hijos, Matías, Agustina, Lourdes, y más de 100 hijos del corazón, el 5 de marzo, el entrenador no pudo vencer la muerte (producto de una enfermedad terminal que en pocos meses acabó con su vida) pero dejó un gran legado en la historia del rugby rosarino. Continuó con las enseñanzas del "Capitán", el primer referente de ese deporte, quien lo inició en los años 70, luchando más de tres décadas para conseguir un reconocimiento. Luego de la dolorosa muerte de Guillermo Alzueta Caram, alias "el Capitán", "el Oso", fue quien continuó luchando día a día para no desampararlos. Así es como lo recuerda Juan Orozco, uno de sus tantos alumnos. "El maestro y el alumno se volvieron a juntar en el cielo y aquí dejaron una enorme enseñanza".
Uno de los tantos valores que inculcó el Oso: "Era un hombre humilde, agradecido, siempre llegaba con su bolsito y decía traigo el bolso cargado de ilusiones, no aceptaba que le paguemos ni una gaseosa ni un sándwich, y cuando alguno de nosotros lo queríamos llevar hasta la terminal, decía que no quería molestar a nadie. Nos quedó pendiente un asado y fue justo el día que se enfermó. Aún así seguía viniendo, seguía estando presente alentándonos, dirigiéndonos, por todas esas pequeñas o grandes actitudes es que fue un hombre tan respetado, tan querido por ambos clubes. Será muy difícil para nosotros volver a encontrar a alguien así". "Para él todos éramos diferentes, y siempre tenía algo para destacar en cada uno de nosotros, nos ponía a todos en ronda y siempre nos emocionaba con sus palabras. Tenía el don de hacernos emocionar antes de cada partido. Todo lo hacía realmente de corazón, jamás quiso un sueldo por su labor" recordaba Antonela emocionada.
Fue una de las tantas enseñanzas que quedaron grabadas en la memoria de los integrantes del Rosario Rugby Club, enseñanzas que no pierden la esperanza de poder concretar uno de sus mayores sueños, el anhelo de un predio propio. "El siempre nos decía que nunca dejemos de soñar, por eso seguiremos trabajando y soñando siempre" expresó la joven dirigente Antonela Martínez.
*Crédito: El Tribuno de Salta

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