Que placer verlos jugar asi











Cuando un equipo se lanza a jugar y juega, el resultado pasa a ser anecdótico. Y más, si el contrario es el segundo equipo del mundo, contra uno que va por su segundo partido en una nueva era. Los Pumas le jugaron de igual a igual a Sudáfrica en Salta y todo lo que el entrenador prometió que el equipo iba a hacer, lo hizo.
Se largaron a jugar y los Springboks fueron superados por la decisión y el atrevimiento de un equipo que intentó hacer todo lo que entrenó hasta acá. En ese primer tiempo de gran rendimiento, el scrum fue -otra vez- la herramienta que permitió solidificar y cimentar el juego argentino. 
La solidez de la obtención y el avasallamiento de un pack sobre otro fue determinante. Con la confianza a flor de piel, Los Pumas constryeros desde ahí su partido.
Montero y su try encendieron la chispa de la ilusión y, desde ese momento, el equipo se fortaleció. Se lo vio concentrado y muy dispuesto para seguir por ese camino.
El dominio de pelota y campo costó traducirlo en puntos y Sudáfrica -en definitiva, el segundo mejor equipo del mundo- con poco se las arregló para mantenerse en partido e incluso, para pasar adelante en el marcador inmerecidamente. La primera etapa no representó -numéricamente- lo que pasó dentro del campo.
Los Pumas salieron en la segunda mitad con la decisión tomada de acelerar, presionar e ir a buscar el partido, dotados de las mismas herramientas de aquellos excelentes primeros cuarenta minutos.
Con mucha energía e inteligencia para detectar los lugares para hacer daño en la defensa rival, Cubelli primero y Tuculet después anotaron sendos tries que, con poco más de veinte minutos por jugar, dejaron a Los Pumas adelante en el tanteador con absoluta justicia. Nadie podía decir que lo visto en el campo se no reflejaba exactamente en el score.
Sin embargo, Heyneke Meyer aprovechó ese momento para hacer algunos cambios que le dieron a su equipo un salto de calidad y energías renovadas. Adriaan Strauss pero fundamentalente Marcell Coetzee empezaron a poner a su equipo adelante, en campo rival.
Por su parte, Morné Steyn acertaba penales, su especialidad. Los Pumas sólo cometieron seis en el partido, pero ellos transformaron en puntos cuatro de esos seis.
Llegaron dos tries sudafricanos que emparejaron primero las cosas y después, las pusieron a su favor.

Marcelo Bosch, con cinco minutos por jugar, puso el 31-30. La justicia estaba a punto de llegar y hacerse presente de forma definitiva, pero un último penal de Steyn puso el 31-33 y con eso, el resultado final, que en nada empaña lo hecho por Los Pumas, que jugaron de igual a igual, demostraron estar muy a la altura y se sabe: cuando se juega bien, los resultados tarde o temprano llegan. Y cuando empiezan, no terminan más. 
*Credito: UAR