Pichot intimo en A Pleno Rugby
















En un mano a mano exclusivo con A Pleno Rugby, el máximo exponente del rugby argentino no dejó tema sin tocar. En esta primera parte habla de su familia, la relación con la prensa y el avance de una supuesta futbolización en el rugby. ¡Imperdible!
Distendido, frontal y sin pelos en la lengua. Así se da el encuentro con Agustín Pichot, el personaje más emblemático del deporte ovalado que, como él mismo reconoce, vive de transformación en transformación. Es que luego de representar con hidalguía al seleccionado durante quince años, trabajó incansablemente desde su retiro para producir el desembarco en el Rugby Championship, el reciente logro en el Super Rugby y, en su modalidad de siete hombres, para que el rugby encuentre su lugar en los Juegos Olímpicos. 
Sin embargo, nunca pierde de vista que su familia es el principal combustible para llevar adelante esa continua revolución en la que, además, está al frente de su propio emprendimiento comercial (PEGSA) que deslumbra por su diseño e innovación. 
-Con tantos viajes y exposición, ¿cómo hacés para integrar tu vida profesional, con la personal?
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Mirá, el tema para mí es algo que va de la mano de lo que se ve y lo que no se ve. Al ser una persona mediática, uno muestra lo que desea y por ahí la recepción de la gente es “este pibe viaja todo el día”, pero en realidad me reservo un montón de otras cosas que no se ven para estar con la gente que quiero. Y eso va desde los jueves compartir una cena, el domingo ir a jugar al fútbol con mis amigos a, lo otro que es más importante, que es el hecho de estar con mi mujer y mis hijos. Además, muchos de los viajes los hago con mi familia y por lo menos estamos dos meses al año en el exterior. Por ahí eso la gente no lo sabe, ni tampoco lo comunico, aunque disfruto de estar solo con ellos durante todo enero y julio ya sea acá o afuera. 
-Y tus hijas te demandan cada vez más, ¿no?
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Sí, cada vez me dicen más “papá este año no viajes tanto” y esa es una de las grandes razones por la que dejo de estar en la UAR en el día a día. Las prioridades son claras y, por ahí, me encontraba en reuniones a las 12 de la noche en la Unión, de las cuales me escapaba para cenar en casa o simplemente me iba para acostarlas y volver a la UAR. Fueron seis años muy duros y llega un momento que, después de construir el barco, ponerlo en la dirección correcta, cargarle el GPS, manejarlo, ir a la sala de máquinas a ver cómo está y agarrar a los marineros para explicarles cómo deben seguir,  te termina desgastando. Ese proceso que me costó seis años, hace que uno se vaya con mucho placer y orgulloso por lo logrado.
-¿Tu mujer, qué rol cumple dentro de esa estructura?
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Mi vida fue crear transformaciones constantes y mi mujer lo entiende desde que jugaba, al igual que ahora que soy dirigente. Desde el 95 viví revoluciones que primero fueron Interior vs. Buenos Aires, luego en el 99 con lo de Pipo (Méndez) y Willie, y que todavía se mantienen en la actualidad. Eso forma parte del ADN de uno, que se acostumbra a transformar y lo seduce esa adrenalina tanto de generar cambios, como la del conflicto propiamente dicho que lleva a que te reputeen. 
-Y desde ese lugar, ¿cómo llevas el desafío de ser el mejor padre?
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Mis hijas son todo para mí y es el único punto en el que siento que no tengo que estar combatiendo con nadie. Con ellas no tengo que hacer ninguna transformación porque las que cambian son ellas. Por eso, sólo trato de estar presentes para escucharlas y acompañar su crecimiento.
-Hablaste de cambios, transformaciones y del hecho de estar en pie de guerra. ¿Cómo ves al periodismo especializado dentro de esa estructura?
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El periodismo es como la sociedad y, como todo, hay un periodismo serio y otro que no lo es tanto. Hay algunos que tienen fundamentos, otros que muestran una visión que les conviene a ellos, como también hay otra parte que es ideológica y la sostienen desde ese lugar. Lo que pasa es que a veces se hace mucho daño con las cosas que se escriben y uno no puede hacer nada al respecto. Muchas veces te matan o escriben entre líneas cosas tuyas sin ningún fundamento y después ni siquiera podés discutirlas. Como jugador uno jugaba mal y en vez de decir “Pichot jugó mal”, sentía que había una serie de adjetivos calificativos alrededor de eso para denostar a la persona.
-Y cuando pasa eso, ¿sentís que te están cobrando una vieja deuda?
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No, es parte del sistema y uno sabe que la sociedad es así. Cuando vos hacés y transformás, sabés que por maldad, desconocimiento, envidia o buena leche mal interpretada, te tenés que acostumbrar a eso. El otro día un amigo me mostraba un muro en Facebook y me decía “como te bancas que te digan esto” y yo le explicaba: ¿vos te pensás que yo voy a leer que un tipo diga que yo me robé dos millones de pesos del fraude a la UAR, cuando fui el que hizo echar a esa persona porque veía que había irregularidades? Ahora, si vos me preguntás, ¿te afecta? La verdad es que no, en absoluto.
-¿Y qué lugar le das a esas disputas?
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Ahí está el tema, jamás lucharía contra un sector que considero que es tendencioso y tiene una visión parcial de las cosas. No di ninguna nota para esos medios y no porque no esté dispuesto a dialogar, sino porque nunca me preguntaron sobre las cosas que salían entre comillas. La única parte que entendí que no correspondía fue cuando publicaron mails robados, porque es un delito y a nadie le gustaría que le saquen cosas personales. Además, me molesta el hecho de ver cómo se interpreta eso, al igual que las cuentas de Twitter anónimas. Eso no está bien, es de cobarde y es lamentable ver cómo algunos periodistas twittean sobre un anónimo.  
-Entonces, según tu visión, ¿el periodismo no está preparado para ese fórmula 1 que implica insertarse en la elite?
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No, al contrario. Por ahí ese es el periodismo que tiene que ser aunque a mí no me guste. Igual, no generalizo tampoco porque estoy seguro que aquellos que lo escribieron no lo hacen de mala leche. Ahora, cuando ponés algo que le robaste a otro, no creo que sea de mala leche, pero terminas jodiendo la intimidad de las personas. Tampoco lo interpreto como una guerra personal, porque no creo ser tan importante para tener a tres periodistas pegándome sistemáticamente. 
-Y que te duele más, ¿la crítica malintencionada o la obsecuencia desmedida? -(Se ríe) Hay una frase que escribí en un libro hace muchos años y que siempre la tengo presente: “nunca busqué el aplauso como tampoco me interesó la crítica”. En ese eje está lo que vos sentís y hacés, para saber que te van a reputear como también te van a decir que sos un genio. Lo ideal es mirar para adelante y saber que tenés que hacer las cosas lo mejor posible sabiendo que, cuando te equivocás, la gente que te quiere te lo va a hacer notar. Mis amigos de toda la vida, mi mamá y mis hermanos muchas veces me dijeron: “Agustín, acá te estás yendo al pasto”. 
-¿Y nunca reflexionaste a partir de una nota para saber que te pudiste haber equivocado?
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Sí, mil veces me he equivocado. A veces uno se enoja y dice cosas que están mal, pero después fui a pedirles disculpas a esas personas que ofendí. Hace un tiempo con el tema del PladAR, dije que muchos dirigentes de la URBA eran unos inútiles y después me retracté porque me di cuenta que eso no correspondía. 
Mientras reafirma conceptos inquebrantables de su posición, mira al futuro para saber que el camino de las transformaciones continúa y en esa disputa aparece una suerte de futbolización del rugby que él descarta de plano.
-Se rumoreó que algunos jugadores tuvieron problemas en el estadio Vélez en el último amistoso ante Stade Francais. ¿Sentís que el rugby se está futbolizando?
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No estoy al tanto de que haya habido algún problema, como tampoco conozco a ningún barra ni soy del mundo de fútbol como para saber quiénes son. No creo que se esté futbolizando, aunque si eso ocurre entiendo que no hay que discriminarlo; esa misma gente son ciudadanos argentinos al igual que los del rugby. Se chifla el haka de los All Blacks y eso me parece una falta de respeto y lo mismo ocurre dentro de una cancha de fútbol. Ahora, los argentinos somos parte de una sociedad y, en mi caso, he visto mucha gente del rugby que va el domingo a la cancha y putea en forma desmedida. Entonces, ¿qué me hablan del fútbol o rugby? No hay dos personas distintas y la verdad es que esas cosas de clasismos baratos me rompen las pelotas.  
-¿Pero no sentís que haya una invasión en ese sentido?
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Lo peor que podemos hacer en el rugby es llevar adelante ese clasismo porque en este deporte tuvimos secuestradores, estafadores y son todos tipos de “rugby”. No hay que cubrirse detrás de los valores para decir que somos diferentes, porque si vas a tu club los sábados a las ocho de la mañana, ves como los padres están gritando y puteando para que sus hijos sean iguales que otros. Lo que sí tenemos, es mucha gente que quiere preservar esos valores de la sociedad, aunque eso es igual en todos los ámbitos. 
-¿Y esa conducta de los padres no creés que viene del futbol?
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Es parte de la sociedad y se expresan en un deporte. Es un tema de educación en el que todos debemos respetar esos valores tanto sea en el fútbol, el tenis, el rugby, en el subte, en un teatro o en una cola en Ezeiza.
La otra parte de la entrevista, en la que habla del sueño de tener un estadio propio, el nuevo predio en Ezeiza, el Nacional de Clubes, el presente de los Pampas, Marcelo Loffreda, el Super Rugby, la RWC 2023 y la actualidad de los Pumas la encontrarás el jueves en A Pleno Rugby.

*Credito: Esteban Chamas para A PLENO RUGBY