El Club Universitario de La Plata, que en una semana
cumplirá 77 años, amaneció el martes envuelto en llamas. Su quincho de
rugby, que en todo club de rugby es tan o más valioso que la cancha, fue
devastado por un incendio intencional. Idéntica situación venía de
sufrir Albatros, también de La Plata. Se solicitará una reunión con los
funcionarios de la intendencia de la ciudad, no sólo para que se
investiguen estos casos (se sospecha de una banda de chicos que queman
autos por las noches), sino para prevenir que no ocurra lo mismo con los
otros clubes platenses: La Plata RC, Los Tilos y San Luis.
Atentar contra un club es como hacerlo contra la vida
de una parte de la sociedad. El club, y no sólo en el rugby, sigue
siendo un refugio para la gente; un espacio esencial. Como los
históricos clubes de barrio, derrumbados o transformados en centros de
detención y tortura por la última dictadura y rescatados por el gobierno
de Raúl Alfonsín, tras una política deportiva que llevó adelante un
hombre de club de rugby, Rodolfo O'Reilly.
En el caso del rugby, el club es un lugar adonde no se
llega sólo para jugar y entrenarse. Ésa es una parte de la religión. La
otra es la que lleva a formar verdaderamente la vida y la historia de
cada club. A dirigirlo, a entrenar a las diversas divisiones, a pintar
la cancha, a poner los postes y los banderines, a juntar plata mediante
rifas y comidas, a organizar los micros y los viajes del fin de semana.
Se da sin pedir nada a cambio.
Entre todas esas tareas, el quincho es construido por
las familias, especialmente en los clubes que son sólo de rugby.
Ladrillo por ladrillo. Y en todos los clubes es un lugar único. Porque
ahí se celebra el tercer tiempo, que como decía el Veco Villegas "es más
importante que el primero y el segundo". Pero también porque de las
paredes cuelga la historia misma a través de fotos, cuadros, camisetas,
escudos y trofeos. "No podrán destruir nuestra historia porque está
guardada para siempre en cada uno de nosotros", escribieron en el muro
de Juntos por el Quincho, la página de Facebook que abrió ayer un grupo
de entrenadores de Infantiles y Juveniles de Universitario de La Plata.
El club es también un lugar de resistencia a las
adversidades. Eso es lo que enseña este deporte. Y por esta razón tanto
la gente de Albatros (el fin de semana pasado organizó el Seven del
Quincho) como la de Universitario al instante se pusieron a trabajar
para la reconstrucción, y contaron con la colaboración de todo el rugby.
Es que, en estas situaciones, el rugby reacciona como un resorte. "Me
suena el teléfono a cada segundo con gente que nos ofrece algo:
partidos, rifas, recitales, torneos", me cuenta Jorge Avolio, presidente
de la subcomisión de rugby de U. de La Plata.
La reacción fue emocionante. Centenares de jugadores y
ex jugadores colmaron el club la misma noche del incendio. También se
organizó para el sábado próximo la cena de todas las camadas y ya
empezaron a llegar las donaciones de materiales. En esta última lista se
anotaron dos joyas surgidas del club: Mariano Galarza, segunda línea de
los Pumas y actualmente en el Worcester de Inglaterra, y Sergio
Parisse, capitán del seleccionado de Italia y uno de los mejores octavos
del mundo.
"Esto nos hace mucho más fuertes", se escribió en la página de Juntos por el Quincho. Eso también es un club.
*Credito: Jorge Busico para el diario la Nacion