JUAN FIGALLO: UN PUMA QUE SE HIZO EN SALTA







Una de las particularidades de la carrera de Juan Figallo, antes de ser parte del seleccionado mayor de la Unión Argentina de Rugby, fue que rechazó en 2008 una oferta para jugar en Gales. Luego de haber disputado su tercer Mundial juvenil recibió una propuesta de Garin Jenkins, el jugador galés con más partidos oficiales jugados en su selección.
Lo invitaban a jugar en Ospreys y también a estudiar, pero Figallo tenía en mente otro proyecto.
“En 2008 me ofrecieron hacer un contrato para jugar en Gales. El ofrecimiento vino de Gary Jenkins, un histórico jugador; pero hablando con mi viejo, decidí que quería llegar a Los Pumas jugando en el rugby salteño. Por eso fue difícil decir que no; sin embargo, tenía que devolver un poquito de lo tanto que me había dado el rugby y sentía deseos de demostrar que desde Salta se puede cumplir con el objetivo de llegar a Los Pumas”, señaló el salteño.
En esta última frase se hizo notoria la fuerte relación que existe entre padre e hijo. “Mi papá me ayuda siempre, me aconseja, es un pilar viejo y un fanático del rugby. Siempre hablamos, es tanto mi padre como mi amigo”, resaltó el jugador al ser consultado sobre su figura paterna, que se convirtió en cábala en la última temporada del Top 14 de Francia, donde el Chipi juega en Montpellier.
El salteño se integró al Montpellier el año pasado y esta temporada ya firmó contrato por dos años más. La campaña fue buena, ya que llegó a jugar la final del certamen dejando en el camino a históricos equipos de ese país.
A los 23 años, Figallo tiene mucho por delante no solo en Europa, sino también en Los Pumas
La Convocatoria a los pumas
Lo que le pasó a Juan Figallo el martes pasado puede llamarse de muchas formas y todas denotan la alegría de haber logrado algo importante. “Tocar el cielo con las manos”, “el sueño cumplido” o “lo mejor que me pasó en la vida” pueden ser algunas de esas frases muchas veces imposibles de citar por quienes dedicaron su vida a la carrera deportiva. Pero el salteño las pudo decir, porque jugará el Mundial de Rugby en Nueva Zelanda en menos de un mes con Los Pumas, y ese es el éxito de un trabajo que no llevó uno, dos o cinco años, sino toda una vida.
Los primeros años
El rugby le llegó a Juan Figallo en parte por herencia familiar, por el pasado de su padre como jugador, pero también por elección propia. “De chiquito no entendía nada de lo que era el rugby, pero me llevaban a la cancha y yo jugaba”, así recordó el jugador sus comienzos en las preinfantiles del Jockey Club, cuando tenía menos de 6 años.
“Hubo un momento en que me gustó el básquet y hasta le dije a mi papá: "Quiero jugar al básquet' y su respuesta fue: "Bueno, haces básquet y rugby'. Los días de semana jugaba al básquet y los fines de semana me dedicaba al rugby. Lo practiqué dos años en Luz y Fuerza y me entrenaba Antonio Martos. Incluso, hasta nos fuimos de gira a Perú”, destacó Figallo en la charla que mantuvo con El Tribuno. “Pero el rugby es lo más importante de mi vida”, agregó.
La amistad es parte importante del rugby. Uno lo juega y gana amigos, como le tocó a Figallo, que con un año más encontró un grupo menor para pasar mejor esas temporadas de infantiles, que continuaron en juveniles y en el plantel superior. “Me acuerdo de que infantiles siempre repetía divisiones, porque soy clase 88 pero hice muchos amigos de la camada del 87 y me quedé con ellos. Estaban Santiago Larrieu, Mauricio Galli, Francisco Paterson, Juan Pablo Mendoza, Juan Pablo Costas y muchos más. Al principio jugaba de octavo, pero Luis Sachetti (exdirigente de la UAR) habló con mi papá un día y pasé a jugar de pilar hasta el presente”, señaló el “puma”.
Tan memorables como la amistad fueron los primeros partidos en primera división. “En primera debuté en un partido contra Tucumán Rugby, en el que no nos jugábamos nada, porque era el último partido de la temporada. Pero sí recuerdo un partido con Gimnasia y Tiro en la Vicente López: tenía 17 años, era muy chico y entraba siempre de suplente, pero en ese partido me tocó entrenar. El primer desafío fue frenarlo al Bicho Pavón -que estaba a cinco metros de la línea de try- y le di un tacle tremendo. Muchos me dijeron después que no les tenía miedo a los grandes”, contó. Ese partido se jugó en 2005 y terminó a favor de Jockey Club.
Un segundo hogar
“El Jockey Club es todo, es mi casa. Mi familia está en el club, y creo que no me va a alcanzar esta vida para devolverle todo lo que me dio”, sostuvo el jugador que tiene una gran cuota de agradecimiento para el club que lo formó como jugador.
Mientras crecía en el Jockey Club también jugaba en los seleccionados salteños. Fue parte del programa de promesas de la Unión de Rugby de Salta a los 14, 15 y 16 años. Más tarde integró los seleccionados juveniles para jugar los argentinos y fue corto su paso por Los Mayuatos, pero con la satisfacción de haber alcanzado las semifinales en 2009.
“Jugar en Los Mayuatos fue una etapa muy linda de mi carrera, al igual que la participación en los seleccionados juveniles. Disfruté cada momento con los muchachos y llegamos a semifinales después de muchos años”, recordó el pilar.
Las convocatorias lo llevaron a viajar mucho y a separarse de su familia, lo que significó un desafío para el jugador.
“Cuando estaba en Los Pumitas sabía que era por un corto espacio de tiempo y que siempre iba a volver con mi familia. Pero fue duro cuando me tocó ir a vivir a Francia, porque soy muy familiero y me iba por un año; sin embargo, sabía que era una etapa de mi vida en la que me tocaba irme”, finalizó el Chipi, apodo con el que se lo conoce en el mundo de la ovalada.