EL EMPATE BENEFICIO A BUENOS AIRES














Con suspenso hasta el final y la emoción que le dieron los dos tiempos suplementarios, se definió en Tucumán uno de los pasajes a la gran final.
El ganador del boleto fue Buenos Aires, a pesar de que el partido había terminado igualado en 20 puntos por bando.
Tucumán, que de esta manera culminaba su participación en el Argentino invicto, sin haber perdido un partido, cedió su lugar en la final por el punto sexto del artículo cinco del Reglamento del campeonato.
Así, los "naranjas" se quedaban con las manos vacías, ante su gente, y entregan la corona ganada el año pasado, al nuevo rey, cuyo nombre se conocerá el próximo sábado: Buenos Aires o Córdoba.
El partido terminó igualado. Aunque Buenos Aires fue, a lo largo del encuentro, el que mejor había planteado este clásico del rugby nacional. Tuvo más la pelota y jugó la mayor parte del partido en terreno tucumano.
Los "naranjas", en tanto, mostraron chispazos de su buen juego y facturaron en los momentos justos.
Las "águilas" volaron más alto y aterrizaron en la final. Fue por mérito propio, más allá de las contingencias del juego (un try otorgado a pesar del pase forward), o del hecho que no haya habido ganadores en la cancha.
Buenos Aires aprovechó mejor la dinámica que le imprimieron a su juego y a la velocidad de sus tres cuartos, en especial de su wing Germán Villamil, quien volvió a facturar en el ingoal rival. Esta vez, anotó los dos tries concretados por Buenos Aires.
En la primera parte fue superior y su victoria parcial, por 17 a 10, fue justa.
En el segundo tiempo apretó un poco más Tucumán y logró equilibrar las aciones. Le puso más pimienta al juego y, por momentos, se pareció a este Tucumán de las viejas épocas, capaz de generar el aliento del público.
El "Tucumán, Tucumán" se sintió fuerte en el parque. Hacía mucho que no se sentía tanto entusiasmo en la gente. Ese apoyo, quizás, ayudó para que los "naranjas" levantaran cabeza y se fueran con todo al terreno rival.
Así, a dos minutos del final, consigue anotar el try, por medio del wing Alvaro López González, que le permitió a Tucumán empardar el gran clásico.
El 17 a 17 final llevó suspenso a las tribunas.
"Van dos tiempos de 10 minutos", dijo el árbitro Javier Mancuso, y los protagonistas no tuvieron mucho tiempo para descansar, y la emoción se trasladó del campo hacia fuera de la baranda.
La gente comenzó a alentar. Tucumán tuvo la primera chance y Ezequiel Faralle puso a los "naranjas" arriba 20 a 17.
Los pocos minutos que faltaban parecían una eternidad. La gente pedía hora. Pero llegó la nueva chance para Buenos Aires y, esta vez, Valentín Cruz no perdonó: 20 a 20.
Así cambiaron de campo y se jugaron los últimos 10 minutos del clásico. A esa altura, ya se sabía que el empate no le convenía a Tucumán.
Ya había circulado que, en caso de igualdad, el partido se definía recién en el punto 6 (el que hizo el primer try).
Era Buenos Aires. Final del partido, y no hubo festejos. Buenos Aires "ganó" en silencio su pasaporte al gran duelo final.
En la cancha el marcador quedó empardado. El reglamento puso a Buenos Aires en la final. Más allá de eso, fue justo. A lo largo de los 100 minutos de juego, había sido el mejor.